Confianza en Dios
Abandonémonos en las manos de Dios, dejemos que Él disponga de cada cosa nuestra, ocupémonos solamente de amarlo: Él pensará en todas nuestras necesidades.
A menudo la cosa más necesaria a una persona pecadora para convertirse es la confianza, porque cuando el demonio ve que un alma ya está tocada por la Gracia y desea corregirse le hace pensar que el cambio de vida es algo demasiado difícil. Entonces se necesita un gran coraje para vencer la tentación. Para tener valentía es muy importante recurrir a María.
Lo que te quiero decir claramente es que no te dejes aplastar por el temor que podría hacerte olvidar el “busquen primero el Reino de Dios”. No puedes recibir otra ayuda que de la fe en Dios; ora entonces, haz orar, porque no hay otro medio.
Sobre todo te recomiendo que conserves la serenidad y la paz; te aseguro que si lo logras no tendrás nada que temer.
Lejos el desaliento. No permitas que el miedo te empequeñezca el corazón. ¡Coraje en Dios…!
Tampoco por las cosas espirituales debemos tener demasiada ansiedad. Si tuviéramos totalmente la confianza puesta en Dios viviríamos más serenos.
Me parece que cuando una persona recibe de su Confesor la seguridad de que está en Gracia de Dios, debería sentirse con el corazón inundado de alegría y superar así todo temor, porque estas palabras no se dicen por quedar bien.
Hay personas con un corazón pequeño, que viven en constante ansiedad y se desesperan si cometen alguna falta: están ofendiendo la bondad del Señor. Cuando pecamos debemos hacer actos de humildad y de arrepentimiento; pero sin abatirnos, sin confundirnos jamás.
Tenemos que convencernos de que no podemos encontrar tranquilidad por el razonamiento; solamente se encuentra serenidad por el camino de la obediencia. Dicen los santos que una persona obediente no se ha perdido jamás, y seguramente tú no serás el primero.
Para Dios es lo mismo hacer caer una hoja que crear un mundo. La persona humilde se considera igualmente capaz para lo poco y mucho, no confiando para nada en sí mismo sino totalmente en Dios, tampoco se preocupa por lo que se refiere al servicio divino. Observen lo que dice San Pablo”todo lo puedo con la ayuda de Dios que me da fuerza”.
Si caes en alguna falta, aunque sea muy grave (¡Dios te guarde! y te guardará si deseas amarlo siempre), humíllate, arrepiéntete, pero con serenidad y con paz, porque este es el modo de obtener misericordia.
Arráigate bien en la humildad, reconociendo que por ti mismo no podrás hacer nada bueno, nada. Pero arráigate profundamente también en la confianza, reconociendo que con la ayuda de Dios serás capaz de hacer todo el bien, todo, todo.