Obediencia al Director espiritual

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Obediencia al Director espiritual  

Si deseas llegar a ser santo antes que nada tienes que tener un buen director espiritual. 

Si todavía no lo tienes, ora a Dios para que te dé la luz necesaria para encontrar quien puede ser guía seguro a tu espíritu: elíjelo entre aquellos que se suelen llamar hombres de Dios, eclesiásticos comprometidos para la salud de las almas, que aman la vida recogida, el estudio y la oración. 

Tienes que orar siempre al Señor para que ilumine al director que has elegido, porque esta Gracia es sumamente importante para tu buena dirección. Hecho esto, confía en Dios que hablará siempre por boca del director y escúchalo con fe como escucharías a Dios mismo, obedece con humildad a todo lo que ordena e indica, sigue su consejo y sus criterios. 

El Señor conduce por el camino de esta obediencia también a las almas más santas y perfectas; muchas veces, las almas que tienen más luz para los demás, están a oscuras en su propio camino, porque así Dios las conserva en la humildad, y quiere que tengan el mérito de la sumisión a sus ministros que lo representan en la tierra.  Por eso, también los más grandes y santos directores de espíritu, mientras eran muy capaces de guiar las conciencias de los demás, ellos mismos necesitaban de su director que orientara la propia. 

Manifiesta con claridad al director toda tu vida interior y las inspiraciones que Dios te envía, pide los consejos oportunos y después obedece perfectamente.  De esta manera el demonio no te podrá engañar, serás siempre guiado por la luz de Dios, procederás de virtud en virtud y llegarás a ser santo. 

A esta altura quizás puedes decir: ¿entonces no me hace falta otra cosa para seguir el gran arte de hacerme santo? Sobre este tema fueron escritos grandes tomos y ¿ahora bastará este libro tan pequeño? Es cierto: en todos los tiempos se escribieron grandes tomos sobre este camino de ‘hacernos santos’ y es cierto que son muy útiles para aquellos que los pueden leer, pero es igualmente cierto que no son necesarios. 

¿Y no deben aprender este arte también los que no pueden leer mucho? Este camino lo deben aprender tanto los más doctos como los más grandes ignorantes. 

No son necesarios los libros, ni grandes ni pequeños: para emprender este camino basta la buena voluntad. Puede ser que este libro te sirva de estímulo, y espero que pueda servirte un poquito y ayudarte a ser santo, particularmente a ti que no tienes oportunidad de leer los grandes libros. 

Si te parece que un libro tan pobre y humilde es totalmente inútil para aprender el arte de ‘hacerte santo’, pide al Señor la Gracia de la buena voluntad que es verdaderamente lo necesario y suficiente para este fin; invoca a María, la Reina de los santos, para que obtenga para ti esta Gracia y repite a menudo, por ti y por mí, Reina de todos los santos, ruega por nosotros:

                                           Regina Sanctorum omnium, ora pro nobis. 

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