La cultura del encuentro
El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí. (…) Esto significa comprender y valorar las riquezas del otro, considerándolo no con indiferencia o con temor, sino como factor de crecimiento. Las dinámicas que regulan las relaciones entre personas, entre grupos, entre naciones frecuentemente no son de cercanía, de encuentro, sino de enfrentamiento. Me remito de nuevo al pasaje evangélico. Cuando Jesús se acerca a los dos discípulos de Emaús, comparte su camino, escucha su lectura de la realidad, su desilusión, y dialoga con ellos; precisamente de este modo reenciende en su corazón la esperanza, abre nuevos horizontes que estaban ya presentes, pero que solo el encuentro con el Resucitado permite reconocer.
Discurso, 22 de septiembre de 2013