Transfiguración del Señor: Revelación de la Gloria de Dios.

La Fiesta de la Transfiguración del Señor, o Transfiguración de Jesús, es un evento reportado en el Nuevo Testamento cuando Jesús se transfigura delante de sus discípulos y se vuelve radiante en gloria divina sobre el Monte Tabor, en Galilea. Después de revelar a sus discípulos que Él sería condenado a muerte en Jerusalén, Cristo, junto con Pedro, Santiago y Juan, subieron la montaña. De este hecho, San Mateo escribe, “fue transfigurado delante de ellos… Y su rostro brilló como el sol, y sus vestidos se pusieron blancos como la nieve”. En la montaña, Jesús comienza a brillar con brillantes rayos de luz. Entonces los profetas Moisés y Elías aparecen junto a él y él habla con ellos. Jesús es entonces llamado “Hijo” por una voz en el cielo, asumida como Dios Padre, como en el Bautismo de Jesús.
Fiesta: 6 de agosto.

Martirologio romano: Fiesta de la Transfiguración de Señor. Cristo Jesús, el Unigénito amado del Eterno Padre, manifestó su gloria ante sus santos apóstoles Pedro, Santiago y Juan con el testimonio de la Ley y los Profetas, y así quiso mostrar su majestuosidad, dando a conocer la imagen de Dios, conforme a la cual fue creado el hombre, que, corrompida en Adán, fue renovada por Cristo.
La Transfiguración del Señor.

La fiesta de la Transfiguración del Señor, es, básicamente, la revelación de Jesucristo como el Hijo amado del Padre.

La Transfiguración del Señor tiene una gran importancia para el pueblo cristiano porque fue la manifestación gloriosa del cuerpo de Jesús y el poder de la Gloria del Reino de los Cielos. Aquellos que estaban con él vieron a Jesús en su gloria. La aparición de Moisés y Elías testificó que Jesús era de quien hablaban la ley y los profetas. El testimonio de aprobación de Dios Padre confirmó aún más la identidad de Jesús.

Mateo, Marcos y Lucas, narran, con algunas pequeñas diferencias, el suceso de la Transfiguración del Señor en el monte Tabor. Jesús invita a tres de sus discípulos preferidos, Pedro, Santiago y Juan, a subir al monte con Él, precisamente ellos serían también los testigos de la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní.

¿Por qué ocurrió la Transfiguración de Jesús?

El pasaje en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas nos ayudarán a encontrar algunas posibles respuestas de lo que ocurrió en la Transfiguración de Jesús.

Primero, el momento especial en el monte de la transfiguración podría decirse que es momento de preparación y la iluminación de los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan.

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.” (Marcos 9,2-4)

De la experiencia de la Transfiguración del Señor, a los Apóstoles les fue dado un adelanto de la gloria de aquel que los ha llamado. Y de esto Pedro exclamaría: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (Mateo 17,4)
¿Jesús aún se revela para iluminarnos?

La respuesta es sí. En la transfiguración, se oyó una voz del Cielo con una clara instrucción para los discípulos: “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo” (Lucas 9,35) Estas palabras se ponen de manifiesto todos los días en la celebración eucarística. En primer lugar, en la liturgia de la palabra, cuando la palabra se desglosa para nosotros.

En el evangelio de San Juan, nosotros decimos que “en el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Cada vez que nosotros escuchamos a Dios, estamos en ese monte de la transfiguración.

En la Santa Misa, justo antes de que el comulgante viene a participar del banquete sagrado (rito de la comunión), el sacerdote dice: “He aquí el Cordero de Dios”. Y el cordero de Dios es el mismo Cristo que se puso delante de Pedro, Santiago y Juan. De modo que, en cada Misa, contemplamos el rostro sagrado de Jesús, el dador de la vida.

Por otra parte, la experiencia de Pedro, Santiago y Juan durante la Transfiguración del Señor, tenía una dimensión de primera mano en su ministerio. Ellos dieron testimonio de Cristo con firme convicción. Esto es muy evidente en la segunda lectura, cuando Pedro se dirige a la gente diciendo: “Nosotros no les hicimos conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo, basados en fábulas ingeniosamente inventadas, sino como testigos oculares de su grandeza” (2 Pedro 1,16)

¿Qué aprendemos de la Transfiguración del Señor?

El Apóstol San Pedro, así como Santiago Apóstol y San Juan Evangelista, experimentaron la Gloria de Dios, la presencia maravillosa del Cielo. Tal fue esta maravilla que Pedro quería quedarse allí para siempre.

La Transfiguración ocurrió mientras Jesús estaba en oración. Los apóstoles vieron a Jesús iluminado: su rostro brillaba como el sol y sus vestidos eran completamente resplandecientes como la luz. Un blanco tan Imposible de describir.

El monte Tabor se encuentra a 588 metros sobre el nivel del Mar. Los apóstoles tuvieron que recorrer un largo camino pedregoso para ser testigos de la Transfiguración de Jesús.

Dos grandes profetas de la Antigua Alianza, Moisés y Elías, se presentaron al lado de Jesús para hablar con Él sobre su pasión y muerte. Representan el amor de Dios por la ley, a los profetas. En la Transfiguración de Jesús este amor se hace presente de forma gloriosa.

Jesús les había dicho a sus apóstoles que algunos de ellos verían la gloria de Dios antes de morir. Esta promesa fue cumplida durante la Transfiguración del Señor en el monte Tabor.

En la Transfiguración de Jesús tenemos representados los diversos elementos que estarán presente en la segunda Venida de Cristo. Está la voz de Dios en todo su esplendor que acogerá a toda la creación, el Rey glorificado e iluminado con gran esplendor, los que vendrán con Él para acompañarlo en el juicio y los creyentes de todas las naciones que entrarán en este Reino celestial.
Todos somos parte de la Transfiguración.

Cada vez que nosotros asistimos a Misa nos convertimos en testigos de la luz, testigo del misterio de la Gloria de Cristo. ¿Permitimos que esto encuentre un lugar en nuestras vidas?

La transfiguración del Señor fue una poderosa demostración de su naturaleza divina y la manifestación de su gloria, que Jesús poseía antes de venir a este mundo. Esta revelación se menciona en un pasaje del mensaje del Apóstol San Pablo a Filipos.

“Haya en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: Quien, siendo en forma de Dios, no pensó que fuera un robo ser igual a Dios: Pero se despojó a sí mismo de toda reputación, y tomó la forma de un siervo, y fue hecho a semejanza de los hombres: Y al ser hallado en forma de hombre, se humilló a sí mismo, y se hizo obediente hasta la muerte, incluso la muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:5-11).

El objetivo de la Transfiguración de Jesús era reforzar la fe de sus apóstoles. Cuando Jesús, Pedro, Santiago y Juan regresan de la montaña, encuentran a los otros apóstoles tratando de expulsar un demonio de un hombre y no pueden hacerlo. Cuando preguntan por qué el exorcismo no funciona, Jesús dice que es por fe. La Transfiguración del Señor ilustra lo cuidadoso, poderoso, sensible, creativo e ingenioso que fue Jesús como maestro de la fe.

Dios fue muy condescendiente con sus Apóstoles con el hecho de la Transfiguración. Les proporcionó una visión poderosa del Reino de los Cielos para reforzar su fe.

El Hijo de Dios se encarnó y vino a este mundo para ser el verdadero siervo de Dios y para regalar a la humanidad el mayor regalo que jamás se haya dado: la vida eterna. La transfiguración de Jesucristo fue un signo visible en presencia de testigos fidedignos de la realidad del poder de Dios y la gloria, que pertenece a nuestro Rey Cristo Jesús.

Cristo es siempre el Rey, el que vive y reina en majestad. También nosotros debemos proclamar esto con la fe, el coraje y la convicción con cada una de nuestras palabras, acciones y pensamientos. De este modo, nos convertiremos en partícipes de la gran gloria de Jesucristo, y al igual que ocurrió en la Transfiguración del Señor, construiremos no solo tres tiendas de campaña, sino también, el reino de Dios aquí en la tierra.

“En la montaña te transfiguraste, oh Cristo Dios, Y tus discípulos contemplaron tu gloria en la medida de lo posible, para que, cuando te vieran crucificado, entendieran que tu sufrimiento era voluntario, y proclamaría al mundo, que eres verdaderamente el resplandor del Padre”.
Oración por la Transfiguración del Señor.

A continuación, dos oraciones por la Fiesta de la Transfiguración del Señor que pueden ayudarnos en esta celebración.


Oración por la transfiguración #1.

Oh Dios, que ante la pasión de tu único hijo, revelaste tu Gloria en la montaña sagrada a través de su Transfiguración, concédeme que yo, contemplando con fe la luz de tu rostro, pueda ser fortalecido para llevar mi cruz, y ser cambiado a tu semejanza, desde la Gloria y para la Gloria; a través de Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo, en unidad con el Espíritu Santo, un Dios, por siempre y para siempre. Amén.


Oración por la transfiguración #2.

Padre celestial, en la Transfiguración del Señor, revelaste a Jesús en la gloria, una pequeña muestra de lo que tus discípulos verían en su vida resucitada. Bendícenos en nuestra humanidad, con la conciencia de tu presencia, llevándonos a compartir tu vida divina, incluso en nuestra lucha diaria. Ayúdanos a profundizar nuestro conocimiento de la Ley y los Profetas, canales de Tu gracia a lo largo de la historia, y señales para nuestro viaje hacia la eternidad. Amén.

Tomado desde “Pildorasdefe.net”

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio