Un buen confesor
Tienes que convencerte que un buen confesor es un gran don de Dios; si todavía no lo tienes deberías pedirlo en la oración, rogándole a Dios con fe, confianza y perseverancia. No quepa duda que el Señor te escuchará.
¿Cómo elegir el confesor? Es cosa muy fácil: es suficiente conocer de entre los ministros de Dios quienes resplandecen por mayor luz de ciencia, piedad y buen ejemplo. Elige entre estos y no quedarás engañado.
Además elige entre aquellos que celebran la Misa con mayor devoción, que muestran tener espíritu de oración, tienen fama de buena cultura, muestran compromiso y fervor en la predicación para la salvación de las almas y evitan diversiones y conversaciones vacías mientras que se dedican totalmente al ejercicio de su ministerio.
Si ya tienes un buen confesor manténlo con esmero. No lo cambies con superficialidad. Si tienes que hacer una elección, hazla de la mejor manera: un buen confesor es otro Angel puesto por Dios al lado del hombre en esta tierra como su custodio visible. Después, obedécele con puntualidad: cuando habla el confesor considera que habla el Señor.
Un buen Confesor será útil en la medida que sabes obedecerle y nada más. Tener un buen Confesor y no obedecerle será peor que no tenerlo: porque deberás rendir cuenta a Dios del abuso de las orientaciones que Él te ha comunicado por medio del Confesor.