Reflexión 28 Agosto 2024

La dictadura del pensamiento único

Jueves 10 de abril de 2014

Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 16, viernes 18 de abril de 2014

 

«También hoy existe la dictadura del pensamiento único». Si no se piensa de un modo determinado no se es considerado moderno, abierto. Y peor aún es «cuando algunos gobernantes piden una ayuda financiera» y se les responde: «pero si tú quieres esta ayuda debes pensar de esta forma y debes hacer esta ley y esta otra». El riesgo del pensamiento único que debilita la relación con Dios fue el centro de la homilía del Papa Francisco durante la misa que celebró el jueves 10 de abril, por la mañana, en la Casa Santa Marta. «El fenómeno del pensamiento único» siempre ha causado «desgracias en la historia de la humanidad», afirmó el Santo Padre recordando incluso las tragedias de las dictaduras del siglo XX. Pero, dijo, se puede reaccionar: rezando y vigilando.

Refiriéndose a las lecturas del día el Papa destacó cómo la liturgia «nos hace ver la promesa de Dios a Abrahán nuestro padre». La referencia es al pasaje del Génesis (17, 3-9), en el que Dios promete a Abrahán que llegará a ser «padre de una muchedumbre de pueblos». Y «el pueblo de Dios desde ese momento —explicó el Papa— comenzó a caminar tratando» de hacer realidad esa promesa, de convertirla en una realidad. Es «una promesa que, también por parte de Abrahán con Dios, tiene la forma de alianza».

Y así, continuó el Santo Padre, «se comprende que los mandamientos no son una ley fría; los mandamientos nacieron de esta relación de amor, de esta promesa, de esta alianza». Y, partiendo del pasaje del Evangelio de Juan (8, 51-59) proclamado en la liturgia, el Pontífice continuó su reflexión indicando que «el error de esos doctores de la ley que no eran buenos y querían lapidar a Jesús —en ese tiempo existían también fariseos y doctores de la ley buenos— fue el hecho de separar los mandamientos de la promesa, de la alianza». Es decir, «separar los mandamientos del corazón de Dios que mandó a Abrahán a caminar siempre hacia adelante».

Para el Papa Francisco «el error, la equivocación de esta gente» nace de no haber «comprendido el camino de la esperanza: creían que con los mandamientos todo era pleno, todo se cumplía». Pero «los mandamientos nacidos del amor de esta fidelidad de Dios son normas para seguir adelante, indicaciones para no errar: nos ayudan a caminar y a terminar en el encuentro con Jesús». En cambio, «esta gente de la que hoy habla el Evangelio no sabe relacionar el cumplimiento de los mandamientos con la alianza de Dios con su padre Abrahán». Y repiten continuamente que «hay leyes que tenemos que cumplir». Lo hacen porque «tienen el corazón cerrado, su mente está cerrada a toda novedad e incluso a lo que habían prometido los profetas».

He aquí, destacó el Pontífice, «el drama del corazón cerrado, el drama de la mente cerrada. Y cuando el corazón está cerrado, este corazón cierra la mente. Y cuando corazón y mente están cerrados no hay sitio para Dios». Sí, explicó el Papa, estamos «sólo nosotros» y, por lo demás, convencidos al decir que «se debe hacer sólo lo que yo creo», seguros además de hacer exactamente «lo que dicen los mandamientos». Pero «los mandamientos conducen a una promesa y los profetas despiertan esta promesa».

Ante la «mente cerrada, según Jesús no es posible convencer, no es posible dar una mensaje de novedad». Que, además, «no es nuevo» sino que «es lo que había sido prometido por la fidelidad de Dios y por los profetas». Sin embargo, los interlocutores de Jesús «no comprenden: tienen la mente cerrada, el pensamiento cerrado, porque en su egoísmo, en sus pecados, cerraron su corazón». Seguramente, añadió el Pontífice, «esta gente no había escuchado a los profetas y no escuchaba a Jesús». Su terquedad, sin embargo, «era algo más que una simple testarudez. No, es algo más. Es la idolatría del propio pensamiento: yo lo pienso así, esto debe ser así y nada más».

Los fariseos presentes hoy en el pasaje evangélico «tenían un pensamiento único y querían imponer este pensamiento al pueblo de Dios. Por ello Jesús los reprende porque cargan sobre los hombros del pueblo muchos mandamientos. Reprende su incoherencia» que se desprende del pensamiento: «¡se debe hacer así!». De este modo tienen una «teología que se hace esclava de este esquema de su pensamiento único». Termina con que «no hay posibilidad de diálogo, de abrirse a las novedades que Dios trae con los profetas».

El «fenómeno del pensamiento único» causó siempre «desgracias en la historia de la humanidad», afirmó el Pontífice. Pero «incluso hoy —alertó el Papa— existe la idolatría del pensamiento único. Hoy se debe pensar así y si tú no piensas así no eres moderno, no eres abierto». Por lo tanto, «también hoy está la dictadura del pensamiento único y esta dictadura es la misma de esta gente» de la que habla el Evangelio. El modo de actuar es el mismo. Es gente que «toma las piedras para lapidar la libertad de los pueblos, la libertad de la gente, la libertad de las conciencias, la relación de la gente con Dios. Y hoy Jesús está crucificado otra vez».

El Pontífice concluyó exhortando a «no ser tontos», a no comprar cosas que no sirven. Y a «ser humildes y rezar para que el Señor nos dé siempre la libertad del corazón abierto para recibir su Palabra que es promesa y alegría. Es alianza. Y con esta alianza seguir adelante».


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