31 de mayo
Jesús está siempre contigo, también cuando a ti te parece que no lo sientes. Y siempre está tan cerca de ti, como cuando lo está en las luchas espirituales. Él está siempre ahÃ, cerca de ti, animándote a mantenerte con valentÃa en las batallas, está ahà para detener los golpes del enemigo de modo que no quedes ultrajada.
Por caridad, te suplico por lo que para ti es más sagrado que no le agravies sospechando, aunque levemente, que has sido abandonado por Él aunque por un solo instante. Esa es precisamente una de las tentaciones más satánicas, y tú aléjala de ti, tan pronto como te des cuenta de ella.
Consuélate, pues, querida mÃa, sabiendo que las alegrÃas de la eternidad serán tanto más profundas y más Ãntimas cuanto más dÃas de humillación y años infelices contemos en nuestra vida presente. No es este un modo de ver y de pensar mÃo; es la sagrada escritura la que nos da su infalible testimonio. He aquà lo que el salmista dice a propósito: «Devuélvenos en gozo los dÃas que nos humillaste, los años en que conocimos la desdicha». Y el apóstol san Pablo nos dejó escrito en la carta enviada a los corintios que un momento de nuestras tribulaciones pasajeras puede merecernos en la eternidad una gloria que supera lo que podamos imaginar. He aquà sus palabras textuales: «En efecto, la breve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un eterno caudal de gloria».
(15 de agosto de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 153)