29 de enero
Ten esto siempre grabado en tu mente: que los hijos de Israel estuvieron durante cuarenta años en el desierto antes de llegar a la tierra prometida, si bien, para este viaje, habrían sido más que suficientes seis semanas. Pero no les fue permitido investigar por qué Dios los conducía por caminos tortuosos y ásperos; y todos aquellos que se rebelaron, murieron antes de llegar a ella. El mismo Moisés, que era gran amigo de Dios, murió en la frontera de la tierra prometida, y sólo la vio de lejos, sin poder gozarla. No te fijes mucho en el camino que pisas; ten los ojos siempre fijos en el que te guía y en la patria celeste hacia la que Él te conduce. ¿Por qué preocuparte sobre si será por los desiertos o por los campos que tú alcanzarás la meta, con tal de que Dios esté siempre contigo y tú llegues a la posesión de la bienaventurada eternidad? Créeme, mi buena hijita; desea también lo que me has manifestado; pero que todo lo hagas con calma; y sé paciente al esperar las misericordias del Señor.
(6 de diciembre de 1917, a Antonietta Vona, Ep. III, 828)