29 de abril
Te ruego, pues, que te consueles también tú con este divino pensamiento: que tus penas espirituales y físicas son la prueba del querer divino, que desea por ese camino conformarte más al prototipo divino, a Jesucristo. (…)
Para quien espera en el Señor sentirse tranquila de conciencia, no puede provenir más que del mismo Dios. Te sirva esto de respuesta a tu otra pregunta.
No sentir atracción alguna por algún lugar de este mundo terrenal no puede tener como autor a otro fuera de Dios, que quiere separar al alma de todo lo que no sea Él.
(28 de septiembre de 1915, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 500)