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Cuatro recuerdos finales
Bien sabes que la obra de santificación -generalmente hablando- no es obra de un momento: son pocas las almas que Dios ha hecho santas de golpe.
Por lo general los santos se hacen poco a poco, pasando por muchas miserias, temores, angustias y hasta sustos y tentaciones.
Pero paciencia por todo esto: la gracia de la santidad es una gracia tan grande que el precio no puede resultar demasiado caro: si tuvieras que sufrir también todos los dolores y todas las penas del purgatorio, hasta el fin del mundo, todavía sería poco.
Entendamos bien esta verdad: nosotros solos, no somos nada, y no somos capaces de hacer nada, pero con la Gracia de Dios somos algo, y capaces de todo.
Muchos se desesperan por no poder llegar a la perfección cristiana: es porque proyectan o están construyendo sobre sus fuerzas y no sobre las fuerzas de la Gracia de Dios.
Vigilemos con cuidado para que no nos falte la paciencia, la aceptación y la constancia en ninguna ocasión de sufrimiento que se presente.
De este modo seremos verdaderos cristianos, imitadores y amantes de nuestro Señor Jesús.
Dios prometió el premio no a quien haya empezado el camino, sino a quien haya perseverado