18 de agosto
Sea siempre bendito Dios, que sólo sabe obrar grandes maravillas en un alma siempre recalcitrante con Él, en un alma receptáculo de infinitas inmundicias: Él ha querido hacer de mí un ejemplo de gracia; me quiere poner como modelo ante todos los pecadores, para que nadie se desanime. Dirijan, pues, los pecadores sus miradas a mí, el mayor de los pecadores, y esperen en Dios.
Pecadores, fijad vuestra atención en mí, que soy un malvadísimo, y animaos a no desesperar de la salvación, porque el Señor no sólo me ha perdonado los pecados, sino que ha querido enriquecerme con las más preciosas gracias. (…)
Perdóname: es un loco de amor por su Dios el que te habla; él merece tu compasión.
(16 de noviembre de 1914, a Raffaelina Cerase, Ep. II, 226)