- 14 de agosto
Buscad los bienes de arriba
Si a un hombre le concede Dios bienes y riquezas y capacidad de comer de ellas, de llevarse su porción y disfrutar de sus trabajos, eso sí que es don de Dios. No pensará mucho en los años de su vida si Dios le concede alegría interior. Lo que se afirma aquí es que, en comparación con aquel que come de sus riquezas en la oscuridad de sus muchos cuidados y reúne con enorme cansancio bienes perecederos, es mejor la condición del que disfruta de lo presente. Este, en efecto, disfruta de un placer, aunque pequeño; aquel, en cambio, solo experimenta grandes preocupaciones. Y explica el motivo por el que es un don de Dios el poder disfrutar de las riquezas: No pensará mucho en los años de su vida.
Dios, en efecto, hace que se distraiga con alegría de corazón: no estará triste, sus pensamientos no lo molestarán, absorto como está por la alegría y el goce presente. Pero es mejor entender esto, según el Apóstol, de la comida y bebida espirituales que nos da Dios, y reconocer la bondad de todo aquel esfuerzo, porque se necesita gran trabajo y esfuerzo para llegar a la contemplación de los bienes verdaderos. Y esta es la suerte que nos pertenece: alegrarnos de nuestros esfuerzos y fatigas. Lo cual, aunque es bueno, sin embargo no es aún la bondad total, hasta que aparezca Cristo, vida nuestra.
(San Jerónimo, Sobre el libro del Eclesiastés)