365 Con los Santos 01-Jul

  • 1 de julio

Ven, Espíritu Santo

Realmente eres admirable, Verbo de Dios, haciendo que el Espíritu Santo te infunda en el alma de tal modo que esta se una con Dios, le guste y no halle su consuelo más que en él.

El Espíritu Santo viene al alma, sellado con el sello de la sangre del Verbo o Cordero inmolado; más aún, la misma sangre le incita a venir, aunque el propio Espíritu se pone en movimiento y tiene ya ese deseo.

Este Espíritu, que se pone en movimiento y es consustancial al Padre y al Verbo; sale de la esencia del Padre y del beneplácito del Verbo, y viene al alma como una fuente en que esta se sumerge. A la manera que dos ríos confluyen y se entremezclan y el más pequeño pierde su propio nombre y asume el del más grande, también actúa así este divino Espíritu al venir al alma y hacerse una sola cosa con ella. Pero, para ello, es necesario que el alma, que es la más pequeña, pierda su nombre, dejándolo al Espíritu; […] hasta hacerse una sola cosa con él.

(Santa María Magdalena de Pazzi, Libro de las revelaciones)

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