10 de junio
驴C贸mo podr茅 explicarle la atormentad铆sima pena que martiriza mi alma? Del jueves a hoy siento, m谩s que nunca, que mi alma est谩 llena de una extrema turbaci贸n.聽Siento que la mano del Se帽or se ha vuelto m谩s pesada para m铆, que el Se帽or va demostrando todo su poder al castigarme y que, como a hoja arrastrada por el viento, 脡l me rechaza y me persigue.
隆Ay de m铆!, 隆ya no puedo m谩s! No puedo por m谩s tiempo soportar el peso de su justicia. Me siento aplastado bajo su potente mano. Las l谩grimas son el pan de cada d铆a. Me inquieto, lo busco; pero no lo encuentro sino en el furor de su justicia.
Oh, padre m铆o, puedo decir con toda raz贸n con el profeta: Yo he venido a alta mar y la tormenta me ha hecho naufragar; he gritado y me he cansado en vano; mi garganta se ha quedado ronca sin obtener ning煤n fruto. El temor y el temblor me han invadido, y las tinieblas me han cubierto por todas partes. Me encuentro tendido en el lecho de mis dolores, lleno de inquietudes, buscando a mi Dios. Pero, 驴d贸nde encontrarlo? Desde el lecho de mis sufrimientos y desde mi prisi贸n expiatoria intento in煤tilmente volver a la vida.
(4 de junio de 1918, al P. Benedetto da San Marco in Lamis,聽Ep. I,聽1026)