30 de mayo
Servicio, darnos y darnos por entero
Servicio, palabra venerada y manipulada a la vez; palabra que expresa una de las riquezas más originales del camino andado por la humanidad en Jesucristo, que no vino a ser servido sino a servir, que se abajó para lavarnos los pies… El servicio es la inclinación ante la necesidad del otro, a quien –al inclinarme– descubro, en su necesidad, como mi hermano. Es el rechazo de la indiferencia y del egoísmo utilitario. Es hacer por los otros y para los otros. Servicio, palabra que suscita el anhelo de un nuevo vínculo social dejándonos servir por el Señor, para que luego, a través de nuestras manos, su amor divino descienda y construya una nueva humanidad, un nuevo modo de vida. Servicio, palabra grabada a fuego en lo hondo del corazón de nuestro pueblo. De esa reserva espiritual heredada de nuestros abuelos brotan nuestra dignidad, nuestra capacidad de trabajo duro y solidario, nuestra serenidad aguantadora y esperanzada. Del servicio como valor central, surgen, si uno sabe remover en el rescoldo de nuestro corazón común (porque los pueblos tienen un corazón común) aquellas grandes actitudes que mantienen integrada a nuestra sociedad. Me pregunto si comprendemos hoy, mejor que aquellos incipientes discípulos, que se nos ha dado una maravillosa oportunidad, un don que solo Dios puede dar: el de darnos y darnos por entero.
Homilía, 25 de mayo de 2001