13 de mayo
La primera y principal máxima que debes grabar en tu mente es esta: obediencia y siempre obediencia, y a ella someterte enteramente. Por tanto, en tus actuaciones tú no debes razonar; y, ante cualquier duda que te asalte, sigue adelante sin angustiarte, y aleja todo apoyándote en la santa obediencia. Jesús estará siempre contento de cualquier obra tuya. Evita sólo aquello que tú sabes claramente que es pecado. Sólo esto no cae bajo la obediencia. Y recuerda bien que yo he dicho que Jesús estará siempre contento de cualquier acción tuya porque, cuando tu voluntad habitual es la de agradar a Dios –y esta voluntad yo te he asegurado, y te aseguro ahora de nuevo que tú la tienes–, cada acción le será grata, y a ti no debe importarte si tú no lo ves con tu inteligencia. Jesús mira tu voluntad, que es la de querer agradarle siempre. Por tanto, hijo mío, no te preocupes ante las dudas o los temores; que te sea suficiente saber, por la palabra de la autoridad, que Jesús está contento de tu acción. Una de dos: ¡o se equivoca la autoridad o te equivocas tú! ¿La conclusión?…
Ahora bien, es indudable que tú, queriéndote persuadir de lo contrario, estarás siempre equivocado. La verdad no está de tu parte, sino de parte del que te habla en nombre de Dios. ¿Qué más quieres, hijito mío, de un Dios que desciende hasta la broma ingenuamente santa? Entonces, ningún temor en tus relaciones con Dios; resignación, paciencia y un día verás la luz completa e indefectible.
(25 de noviembre de 1917, a Luigi Bozzuto, Ep. IV, 403)