25 de marzo
Nuevo nacimiento
Vamos a exponer de qué manera, renovados por Cristo, nos hemos consagrado a Dios.
A quienes aceptan y creen que son verdad las cosas que enseñamos y exponemos y prometen vivir de acuerdo con estas enseñanzas, les instruimos para que oren a Dios con ayunos, y pidan perdón de sus pecados pasados, mientras nosotros, por nuestra parte, oramos y ayunamos también juntamente con ellos.
Luego los conducimos a un lugar donde haya agua para que sean regenerados del mismo modo que fuimos regenerados nosotros. Entonces reciben el baño del bautismo en el nombre de Dios, Padre y soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo.
Pues Cristo dijo: El que no nazca de nuevo, no podrá entrar en el reino de los cielos. Ahora bien, es evidente para todos que no es posible, una vez nacidos, volver a entrar en el seno de nuestras madres.
También el profeta Isaías nos dice de qué modo pueden librarse de sus pecados quienes pecaron y quieren convertirse: Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces venid y litigaremos, dice el Señor. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis; la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor.
(San Justino, Primera Apología)