365 Con los Santos 18-Abr

  • 18 de abril

El pan celestial

Nuestro Señor Jesucristo, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo». Y, después de tomar el cáliz y pronunciar la acción de gracias, dijo: «Tomad, bebed, esta es mi sangre». Si fue él mismo quien dijo sobre el pan: Esto es mi cuerpo, ¿quién se atreverá en adelante a dudar? Y si él fue quien aseguró y dijo: Esta es mi sangre, ¿quién podrá nunca dudar y decir que no es su sangre?

Por lo cual estamos firmemente persuadidos de que recibimos como alimento el cuerpo y la sangre de Cristo. Pues bajo la figura del pan se te da el cuerpo, y bajo la figura del vino, la sangre; para que, al tomar el cuerpo y la sangre de Cristo, llegues a ser un solo cuerpo y una sola sangre con él. Así, al pasar su cuerpo y su sangre a nuestros miembros, nos convertimos en portadores de Cristo. Y, como dice el bienaventurado Pedro, nos hacemos partícipes de la naturaleza divina.

En otro tiempo, Cristo, disputando con los judíos, dijo: Si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tenéis vida en vosotros. Pero como no lograron entender el sentido espiritual de lo que estaban oyendo, se hicieron atrás escandalizados, pensando que se les estaba invitando a comer carne humana.

(San Cirilo de Jerusalén, Catequesis)

(De una homilía pascual de un autor antiguo)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Desplazamiento al inicio