365 Con los Santos 15-feb

  • 15 de febrero

Perdónalos

El Señor intercedió por sus enemigos, pero] era poco interceder por los enemigos; quiso también excusarlos. Padre –dijo– perdónalos, porque no saben lo que hacen. Son, desde luego, grandes pecadores, pero poco perspicaces; por tanto, Padre, perdónalos. Crucifican; pero no saben a quién crucifican, porque si lo hubieran sabido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos. Piensan que se trata de un prevaricador de la ley, de alguien que se cree presuntuosamente Dios, de un seductor del pueblo. Pero yo les había escondido mi rostro, y no pudieron conocer mi majestad; por eso, Padre, perdónalos porque no sabe lo que hacen.

En consecuencia, para que el hombre se ame rectamente a sí mismo, procure no dejarse corromper por ningún atractivo mundano. Y para no sucumbir ante semejantes inclinaciones, trate de orientar todos sus afectos hacia la suavidad de la naturaleza humana del Señor. Luego, para sentirse serenado más perfecta y suavemente con los atractivos de la caridad fraterna, trate de abrazar también a sus enemigos con un verdadero amor. Y para que ese fuego divino no se debilite ante las injurias, considere siempre con los ojos de la mente la serena paciencia de su amado Señor y Salvador.

(San Elredo, Espejo de la caridad)

  • 15 de febrero

Perdónalos

El Señor intercedió por sus enemigos, pero] era poco interceder por los enemigos; quiso también excusarlos. Padre –dijo– perdónalos, porque no saben lo que hacen. Son, desde luego, grandes pecadores, pero poco perspicaces; por tanto, Padre, perdónalos. Crucifican; pero no saben a quién crucifican, porque si lo hubieran sabido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos. Piensan que se trata de un prevaricador de la ley, de alguien que se cree presuntuosamente Dios, de un seductor del pueblo. Pero yo les había escondido mi rostro, y no pudieron conocer mi majestad; por eso, Padre, perdónalos porque no sabe lo que hacen.

En consecuencia, para que el hombre se ame rectamente a sí mismo, procure no dejarse corromper por ningún atractivo mundano. Y para no sucumbir ante semejantes inclinaciones, trate de orientar todos sus afectos hacia la suavidad de la naturaleza humana del Señor. Luego, para sentirse serenado más perfecta y suavemente con los atractivos de la caridad fraterna, trate de abrazar también a sus enemigos con un verdadero amor. Y para que ese fuego divino no se debilite ante las injurias, considere siempre con los ojos de la mente la serena paciencia de su amado Señor y Salvador.

(San Elredo, Espejo de la caridad)

  • 15 de febrero

Perdónalos

El Señor intercedió por sus enemigos, pero] era poco interceder por los enemigos; quiso también excusarlos. Padre –dijo– perdónalos, porque no saben lo que hacen. Son, desde luego, grandes pecadores, pero poco perspicaces; por tanto, Padre, perdónalos. Crucifican; pero no saben a quién crucifican, porque si lo hubieran sabido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos. Piensan que se trata de un prevaricador de la ley, de alguien que se cree presuntuosamente Dios, de un seductor del pueblo. Pero yo les había escondido mi rostro, y no pudieron conocer mi majestad; por eso, Padre, perdónalos porque no sabe lo que hacen.

En consecuencia, para que el hombre se ame rectamente a sí mismo, procure no dejarse corromper por ningún atractivo mundano. Y para no sucumbir ante semejantes inclinaciones, trate de orientar todos sus afectos hacia la suavidad de la naturaleza humana del Señor. Luego, para sentirse serenado más perfecta y suavemente con los atractivos de la caridad fraterna, trate de abrazar también a sus enemigos con un verdadero amor. Y para que ese fuego divino no se debilite ante las injurias, considere siempre con los ojos de la mente la serena paciencia de su amado Señor y Salvador.

(San Elredo, Espejo de la caridad)

Scroll al inicio