14 de febrero
El nuevo mandamiento El Señor Jesús pone de manifiesto que lo que da a sus discípulos es un nuevo mandamiento, que se amen unos a otros: Os doy –dice– un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. ¿Pero acaso este mandamiento no se encontraba ya en la ley antigua, en la que estaba escrito: Amarás a tu prójimo como a ti mismo? ¿Por qué lo llama nuevo el Señor, si está tan claro que era antiguo? ¿No será que es nuevo porque nos viste del hombre nuevo después de despojarnos del antiguo? Porque no es cualquier amor el que renueva al que oye, o mejor al que obedece, sino aquel a cuyo propósito añadió el Señor, para distinguirlo del amor puramente carnal: como yo os he amado. Este es el amor que nos renueva, y nos hace hombres nuevos, herederos del nuevo Testamento, intérpretes de un cántico nuevo. Este amor, hermanos queridos, renovó ya a los antiguos justos, a los patriarcas y a los profetas, y luego a los bienaventurados apóstoles; ahora renueva a los gentiles, y hace de todo el género humano, extendido por el universo entero, un único pueblo nuevo, el cuerpo de la nueva esposa del Hijo de Dios, de la que se dice en el Cantar de los cantares: ¿Quién es esa que sube del desierto vestida de blanco? Sí, vestida de blanco porque ha sido renovada; ¿y qué es lo que la ha renovado sino el mandamiento nuevo?
(San Agustín, Sobre el evangelio de san Juan)