- 4 de junio
Jesucristo el fiel
Si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos: pues dando nosotros, por su amor, a los pobres lo que él mismo nos da, nos promete ciento por uno en la bienaventuranza. ¡Oh bienaventurado logro y ganancia! ¿Quién no da lo que tiene a este bendito mercader, pues hace con nosotros tan buena mercancía y nos ruega, los brazos abiertos, que nos convirtamos y lloremos nuestros pecados y hagamos caridad primero a nuestras almas y después a los prójimos? Porque así como el agua mata al fuego, así la caridad al pecado.
Son tantos los pobres que aquí se llegan, que yo mismo muchas veces estoy espantado de cómo se pueden sustentar, mas Jesucristo lo provee todo y les da de comer. Como la ciudad es grande y muy fría, especialmente ahora en invierno, son muchos los pobres que se llegan a esta casa de Dios. Entre todos, enfermos y sanos, gente de servicio y peregrinos, hay más de ciento diez. Como esta es general, reciben en ella generalmente de todas enfermedades y suerte de gentes, así que aquí hay tullidos, mancos, leprosos, mudos, locos, paralíticos, tiñosos y otros muy viejos y muy niños, y, sin estos, otros muchos peregrinos y viandantes, que aquí se allegan, y les dan fuego y agua, sal y vasijas para guisar de comer. Para todo esto no hay renta, mas Jesucristo lo provee todo.
(San Juan de Dios, Cartas)